martes, 15 de marzo de 2016

La casa de uno es uno.



El nombre y el oficio, son distracciones, cárceles, limitaciones, son un camino que nos marcan y que seguimos ciegamente. Tan ocupados,... que jamás nos detenemos a pensar quienes somos. El espíritu, que es lo que somos, no acepta condiciones, no hay que confundir, lo material con la realidad, por lo tanto no hay fronteras aunque la mayoría lo necesite por miedo a lo infinito. Así, se inventó a instituciones como el matrimonio, el nacionalismo, los ideales, la patria. Estacas, a la que se atan, para no tener que vivir la totalidad. La casa de uno es uno. Por eso, yo estoy bien en todas partes, a mi casa entran y de mi casa salen pensamientos y sucesos constantemente. Si mi casa soy yo, que soy parte del todo, ... Mi casa es este mar y esta playa, esos delfines y este hotel, esta silla y aquel velero que deja una estela blanca sobre el turquesa que inventa la luz, que también es mi casa, así como la sombra que puebla los laberintos de la mente de los locos, que también son mi casa. Así, como la música de Mahler, la pintura de Cézanne, los cigarros de Davidoff y el rock and roll.

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