sábado, 14 de marzo de 2015

EL GRAN MAESTRO. Reflexión

EL GRAN MAESTRO
(Transcripción Juana Macedo Libro para el desarrollo personal)

En un lugar de la India existió un gran maestro. Sus alumnos estaban encantados de estar con él porque aprendían muchísimo, todo lo que le preguntaban él lo sabía. Pasó el tiempo y esos mismos alumnos se sentían cansados y molestos. Empezaron a preguntarse qué era lo que les pasaba, ya que todo lo sabía y lo que querían era burlarse de él.

Decidieron entre todos para sentirse bien, hacerle una pregunta que no pudiera responder. ¡Sí!, pero ¿Qué le podrían preguntar que él no supiera?

Después de mucho cavilar, uno de ellos señaló:

-¡Ya se! Vamos al bosque, buscamos un pajarito, lo ponemos entre nuestras manos, nos quitamos rastro y pista para que no sepa de qué se trata, nos presentamos ante él y le preguntamos: “Maestro ¿qué tengo entre mis manos?” Lo más seguro es que no sepa.

-Un momento -replicó otro joven- ¿Qué tal si sabe?

Decidieron irse nuevamente a pensar y después de un buen rato, un alumno propuso:

-Si nos dice que es un pajarito le respondemos “Sí, ¿pero está vivo o está muerto?”

Si nos dice que está vivo, le aplastamos la cabecita al ave y lo dejamos caer, y ahí nos burlamos del sabio.

Si nos dice que está muerto, simplemente abrimos las manos, y cuando vuele soltamos la carcajada.

-¡Manos a la obra! –exclamaron todos. Luego, se fueron al bosque, buscaron al pajarito, lo pusieron entre sus manos, se quitaron rastro y pista y fueron ante el gran maestro.

El que llevaba a pajarito le dijo:

-Maestro, ¿Te puedo hacer una pregunta?

-Claro que sí –le contestó.

-¿Qué tengo entre mis manos? –Interrogó el chico.

El maestro lo observó y con voz serena le dijo:

-Es obvio… Un pájaro.

El muchacho sintió que le temblaban las piernas, pero tomó aire y añadió.

¡Sí!, pero ¿está vivo o está muerto?

El gran maestro permaneció en silencio durante unos instantes y le dijo:

Se agachó hasta quedar a la misma altura del muchacho y le dijo:

La vida que sostienes está en tus manos. 

Y es así como debemos asumir la responsabilidad de nuestras vidas…

¡Están en nuestras manos!

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