viernes, 31 de octubre de 2025

EL ESTOMAGO ME GRUÑÍA... Reflexión

El estómago me gruñía como un perro callejero, y las manos se me estaban congelando. Caminaba por la banqueta mirando las vitrinas iluminadas de los restaurantes, con ese olor a comida recién hecha que dolía más que el frío. No traía ni una sola moneda.

Después de mucho dudarlo, me atreví a entrar a uno. El aroma a carne asada y pan caliente casi me hizo llorar. Miré a mi alrededor como si buscara a alguien, pero en realidad estaba cazando una mesa recién desocupada. La encontré. Quedaban unas papas fritas, un pedazo de pan medio duro, un poco de carne pegada al plato.

Me senté rápido, fingiendo ser clienta, y empecé a comer los restos. El pan estaba frío y la carne seca… pero para mí, sabía a cielo.

—Oye —escuché una voz grave detrás de mí—. No puedes hacer eso.

Me quedé helada. Tragué lo que tenía en la boca y bajé la mirada, esperando que me echaran.

—Lo… lo siento, señor —murmuré, tratando de esconder un pedazo de papa en el bolsillo del abrigo roto—. Solo… tenía hambre.

El hombre estaba impecable. Traje oscuro, corbata bien puesta, zapatos que seguramente valían más que todo lo que yo había tenido en la vida. Yo llevaba el suéter manchado, los zapatos rotos y el cabello hecho nudos.

—Ven conmigo —ordenó.
Di un paso hacia atrás, asustada.
—No robé nada, se lo juro… Déjeme terminar y me voy —dije con voz quebrada.

Él me observó en silencio, con los ojos serios. Luego levantó la mano, hizo una seña a un mesero y se fue a sentar a otra mesa.

Yo no entendía nada. Me quedé ahí, con el corazón latiéndome fuerte. Entonces llegó el mesero y puso frente a mí un plato enorme: arroz calientito, carne jugosa, verduritas al vapor… y un vaso de leche tibia.
—¿Es para mí? —pregunté, sin creerlo.

El mesero asintió con una sonrisa. Volteé a ver al hombre del traje. Él me miraba en silencio desde su mesa, sin decir palabra.

Me acerqué despacito, sintiendo que no merecía ni mirarlo a los ojos.

—¿Por qué… por qué me dio de comer?
Él se quitó el saco, lo dejó sobre la silla y me dijo con una calma que me desarmó:

—Porque nadie debería tener que rebuscar en las sobras para sobrevivir. Si tienes hambre, aquí siempre vas a encontrar un plato caliente. Yo soy el dueño de este restaurante. Y desde hoy, eso no va a cambiar.

No supe qué decir. La garganta se me hizo nudo. Me tapé la cara con las manos y lloré. Lloré de hambre, de pena, de agradecimiento. Y por primera vez en años, me sentí vista.

Una notita para ti, que llegaste hasta aquí:
Gracias por leer esta historia. Escribo estos relatos con el corazón, gratis, porque sé que no todas las personas pueden pagar por leer… y eso no debería impedirles sentir.

Si algún día puedes apoyarme —aunque sea con un comentario, una reacción o compartiendo estas palabras—, me estarías ayudando más de lo que imaginas. Soy mamá, soy escritora, y cada historia es un acto de fe para mí.

Gracias por estar. Por leerme. Por no soltarme.

—Con cariño,
La autora

jueves, 30 de octubre de 2025

DESPUÉS DE LOS 60, Estas personas pueden dañarte más de lo que crees. Marian Rojas

Hace 3 meses una paciente de 64 años entró en mi consulta y me dijo algo que me dejó helada. Me dijo: doctora me estoy muriendo y no es por ninguna enfermedad física. Cuando le pregunté qué le pasaba? rompió a llorar y me confesó que las personas más cercanas a ella, aquellas en las que más había confiado durante toda su vida, la estaban destruyendo poco a poco sin que ella se diera cuenta, hasta que ya era casi demasiado tarde y lo peor de todo es que esto no es un caso aislado.

En los últimos años he visto un patrón alarmante en mi consulta, cada vez más personas mayores de 60años llegan con síntomas de ansiedad, depresión, insomnio y enfermedades psicosomáticas que tienen un origen común. Un origen del que casi nadie habla, pero que está destrozando la salud mental y física de millones de personas en esta etapa de la vida. Y quiero que entiendas algo muy importante...
Si tienes más de 60 años, o si tienes padres, abuelos, o personas cercanas en esta edad.

Lo que voy a compartir contigo hoy puede cambiar literalmente tu vida o la de quienes amas, porque estamos hablando de relaciones tóxicas que se camuflan bajo el amor de la familia, de la amistad, relaciones que en lugar de sumar, restan, que en lugar de darte vida, te la quitan. Pero antes de continuar, si este contenido te está rezonando, si sientes que necesitas escuchar esto, te pido que des al botón de me gusta, te suscribas al canal y activez la campanita, este tipo de información puede llegar a las personas que realmente lo necesitan y tu apoyo hace que podamos seguir creando contenido que de verdad ayuda.

Y ahora si vamos a lo importante, mira hay algo que he aprendido después de años, tratando a personas de todas las edades. Los 60 años representan un punto de inflexión en la vida, y no solo por el tema de la jubilación, o porque los hijos ya se hayan independizado. Es mucho más profundo que eso, a partir de los 60 nuestro cerebro atravieza por cambios importantes, la corteza pre frontal, esa zona que nos ayuda a tomar decisiones y a poner límites, empieza a funcionar de manera diferente. Hay estudios que demuestran que en esta etapa de la vida, tendemos a ser más tolerantes, más pacientes, más comprensivos y eso que en principio suena maravilloso puede convertirse en un arma de doble filo, por qué, porqué esa mayor tolerancia deja que dejemos pasar que antes no hubieramos permitido, que justifiquemos actitudes dañinas, que demos segundas, terceras y cuartas oportunidades, a personas que estan aprovechándose de nuestra bondad, de nuestra experiencia de nuestros recursos.

Y hay algo más a los 60 muchas personas experimentan lo que yo llamo el síndrome del tiempo que se acaba, derrepente somos más concientes de nuestra mortalidad, queremos dejar todo en orden, queremos que nuestras relaciones sean perfectas, queremos ser el abuelo o la abuela ideal. el amigo perfecto, el padre o madre que nunca defrauda y esa presión, esa necesidad de ser queridos y validados nos hacen vulnerables, vulnerables a la manipulación, vulnerables al chantaje emocional, vulnerables a personas que saben exactamente como presionar nuestros botones para conseguir lo que quieren. Ahora dejame explicarte algo fundamental, desde el punto de vista médico...

LEVÁNTATE Y ANDA. FACUNDO CABRAL 16. Juana Macedo

Métete en el medio de ese círculo que como todo círculo es perfecto, por eso va desde la fiesta de ahora mismo hasta la reproducción, del placer inmediato a la continuidad de la especie. 

La vida es generosa, por ejemplo el sexo te hace sentir todo el cuerpo y el amor hace que lo superes, que vueles más allá, siempre más allá, a las profundidades y las alturas que no tienen límites, sin medidas, es decir más allá de la materia que no es menor, porque es otra manifestación, desde tu cuerpo a las flores, de los árboles a los diamantes, desde las estrellas a las computadoras, maravilla que el hombre ideo con el cerebro que le prestó Dios, porque todo lo que tenemos es prestado, es decir por ahora, excepto el espíritu que es para siempre y el alma que es parte del alma universal. 

Pero recuerda que no somos dueños de la tierra, sino hijos de ella, por lo tanto, sácate de la cabeza la idea de la propiedad y esa liviandad te hará vivir mejor.

Vamos de hoguera en hoguera, porque nuestra vida es un peregrinaje eterno por eso es ilusión que sientas que te has quedado en alguna parte, o que vives con alguien para siempre, ilusión que te crea un compromiso que te asfixia.

miércoles, 29 de octubre de 2025

LEVÁNTATE Y ANDA 15. FACUNDO CABRAL. Juana Macedo.

Medita, busca tu centro que es el que te comunica con el universo, profundízate y llegarás más lejos, a cuanto más adentro más afuera, y deja que tu cuerpo se manifiesta, es decir, baila, canta, has el amor que es una manera de cantar y bailar a la vez, de comunicarte directamente con la vida, es decir con Dios. 

Escucha todos los pájaros y reverencia todas las montañas, excítate en la selva y deja que los ríos te lleven a los mares que entre muchas maravillas, tienen islas maravillosas, en una de ellas descansa Gogan y Bell que quiso quedarse a su lado por la eternidad. En otra decidí nacer de nuevo, es decir ser otra persona y lo conseguí. En otra me esperan constantemente. 

Vive todo pero no etiquetes nada, primero porque la vida es una sola, es decir, incluye todo, y segundo porque la vida es movimiento, es decir cambia constantemente. 

No evites a nadie ni a nada, porque cada persona, o cada flor, o cada pájaro, o cada piedra es una cara diferente de Dios. Y sácate de la cabeza la idea de la seguridad, porque lo único seguro en la vida es la inseguridad y ese peligro constante que es la vida la hace tan excitante.

 

Confía en ti y esa energía te llevará al amor que te confirmará que estás en contacto con Dios, que no es ni bueno ni malo que es un invento de los humanos, que es lisa y llanamente Dios es decir el Padre y todo por eso hace lo que quiere, por eso la vida es lo que es, no lo que debería. 

 

Entonces bendecido, bendecirás a todo lugar por el que pases y no te esfuerces, el amor no puede ser mejorado porque es lo máximo y esto lo confirma que con él Dios creo al universo. Pero por favor no confundas al amor con el deseo , tampoco te sientas mal porque el sexo es maravilloso, e independiente del amor, tiene vida propia, encendida vida, excitante vida, riquísima vida, pretórica de juegos y sensaciones, extraordinario ejercicio para la mente, paraíso de la imaginación que pone de pie al animal que lo manifiesta como nadie...(Seguir leyendo presionando la foto)

martes, 28 de octubre de 2025

En 1995, la abandonó con cinco hijos negros..

En 1995, la abandonó con cinco hijos negros: ¡30 años después, la verdad conmocionó a todos!
Los quintillizos recién nacidos llenaron la sala de maternidad de llanto y ruido. Pero la alegría de la joven madre se vio eclipsada al instante: su pareja, de pie junto a la cuna, susurró con horror e ira:
— Son… negros.
Parpadeó con cansancio, abrazando a los pequeños:
— Son nuestros. Son tus hijos.
Pero él ya no la escuchaba. "¡No! ¡Me traicionaste!", gritó, retirándose a la puerta, dejándola con cinco recién nacidos llenos de vida, pero sin padre. La riqueza y el estatus significaban más para él que la verdad y la familia.
Esa noche, meciendo a los bebés, susurró:
— No importa quién nos deje. Son mis hijos y siempre los protegeré.
Los años transcurrieron con dureza. Los vecinos susurraban, los transeúntes miraban fijamente, los caseros cerraban sus puertas. Tenía dos trabajos: limpiaba oficinas por la noche y cosía ropa al amanecer. Cada centavo se destinaba a comida, ropa y techo para los cinco pequeños.
Pero su amor era inquebrantable. A pesar de la soledad, les dio una vida llena de cariño y fortaleza. Pero 30 años después, ¡la verdad conmocionó a todos!.

Los hijos crecen

Pasaron los años. A pesar de las dudas, los murmullos y la ausencia de su padre, los cinco niños prosperaron.

Uno se convirtió en arquitecto, otro en abogado defensor de la justicia, uno en cantante, otro en consultor de empresas y el último en artista.

Eran la prueba viviente de la fortaleza de su madre. Pero la sombra del padre ausente seguía pesando sobre ellos.

El dolor de la duda

Incluso ya adultos, no podían escapar de las preguntas crueles:

-¿Sabes quién es realmente tu padre? ¿Estás seguro de que tu madre dijo la verdad?

Durante años ignoraron los comentarios, pero un día decidieron poner fin al silencio.

-Hagamos una prueba genética -propuso uno de ellos-. Terminemos con esto de una vez.

No se trataba de probar algo entre ellos, sino de acallar al mundo que había dudado de su madre durante tres décadas.

La verdad que conmocionó a todos

Los resultados llegaron. Abrieron el sobre con manos temblorosas y lo que leyeron los dejó sin aliento:
El hombre que los había abandonado era, efectivamente, su padre biológico. No hubo traición, ni infidelidad, ni engaño.

¿Cómo podían dos padres blancos tener cinco hijos negros?

La ciencia tenía la respuesta.

La genética detrás del misterio

Los médicos explicaron que el caso era raro, pero no imposible. La genética humana es compleja, y a veces variantes recesivas heredadas de antepasados pueden resurgir después de generaciones.

En este caso, tanto el padre como la madre portaban genes recesivos que, al combinarse, dieron como resultado hijos con piel más oscura.

No fue un escándalo. No fue infidelidad. Fue biología.

La revelación dejó atónitos a todos los que habían juzgado, dudado y ridiculizado a la familia. Durante treinta años, esta madre había soportado humillación por algo fuera de su control, y ahora la ciencia la había reivindicado por completo.
Redención y orgullo

Cuando la verdad salió a la luz, la comunidad que antes la había despreciado guardó silencio. Quienes la habían avergonzado no pudieron mirarla a los ojos. Los que dudaron de ella sintieron el peso de la culpa.

Pero para la madre no se trataba de venganza, sino de orgullo.

Había criado cinco hijos extraordinarios sin el apoyo de un padre, sin riqueza y sin la aprobación de la sociedad. Ahora podía alzar la cabeza sabiendo que el amor y la verdad habían triunfado.

Sus hijos la miraron con gratitud:

-Mamá, nos diste todo. Nunca nos hiciste sentir que nos faltaba amor, ni siquiera cuando el mundo nos dio la espalda.

Ella sonrió, porque ese siempre había sido su propósito.

Una lección para el mundo

La historia de esta mujer demuestra algo poderoso:

El amor puede superar la traición.

La verdad puede silenciar las mentiras.

Y el prejuicio puede ser derrotado por la resiliencia.

Sí, un hombre abandonó a una mujer con cinco hijos negros en 1995. Pero treinta años después, esos hijos se convirtieron en el testimonio viviente de la fuerza y la dignidad de su madre.

La ciencia confirmó la verdad, pero fue el amor quien la sostuvo todo el tiempo.

Conclusión

Historias como esta nos recuerdan que las apariencias pueden engañar y que los prejuicios pueden destruir vidas. Pero al final, no son la riqueza ni el estatus lo que realmente importan, sino el amor, la perseverancia y el coraje de permanecer al lado de quienes amas, sin importar nada más.

El hombre que los abandonó creyó proteger su reputación.

Pero la historia recordará algo distinto:

Recordará a una madre que nunca se rindió, a cinco hijos que prosperaron contra todo pronóstico y a una verdad que, aunque tardó, finalmente liberó a toda una familia.

Por cada niño ansioso que evita la escuela,...

 

“Por cada niño ansioso que evita la escuela, no duerme y se preocupa por todo, hay uno que despierta sonriendo a diario - gracias a este libro...”

"¿Por qué mi hija no puede superar la ansiedad?", susurró Ana, con voz quebrada... "¿Qué estoy haciendo mal como madre?"
Sus ojos enrojecidos me decían que llevaba noches sin dormir.
"Lo he intentado todo.
Hablar con ella. Distraerla. Premios por ser valiente. Castigarla cuando se resiste. Respiraciones
profundas. Incluso terapia...
A veces parece mejorar un poco, pero siempre vuelve la ansiedad, a menudo peor que antes.
Cada mañana es una batalla. Gritos. Lágrimas. Vómitos. Golpes en las paredes.
Mi marido ya no puede más... dice que soy demasiado blanda.
En la escuela me miran como si fuera una incompetente. Como si todo fuera MI culpa.
Ayer Maria se escondió bajo la mesa en clase. Otra vez.
La maestra llamó... otra vez.
Los cumpleaños son una pesadilla...
Las vacaciones un infierno...
Ya no nos invitan a casas de amigos.
Y lo peor no es el agotamiento, ni la vergüenza...
... Es ver a mi pequeña encerrado en esta prisión invisible mientras yo observo, impotente.
A veces me encierro en el baño a llorar en silencio.
Me pregunto si algún día volveré a ver su sonrisa despreocupada.
Mi hija está desapareciendo ante mis ojos. Y no sé cómo ayudarla."
Recibo mensajes como este cada semana.
Como psicóloga especializada en ansiedad y depresión durante 16 años, he descubierto por qué tantos padres se sienten atrapados en este ciclo sin fin.
Y es que la mayoría de los métodos para la ansiedad infantil están tratando el problema equivocado.
Verá, la ansiedad no es un "defecto de carácter" ni un "problema de comportamiento".
Y no siempre es culpa del padre o la madre.
La ansiedad es un mecanismo de protección que se ha desajustado en el cerebro de su hijo.
Es como una alarma antirrobo hipersensible que suena con la más mínima brisa, cuando debería activarse solo ante peligros reales.
Cuando entendemos esto, nos damos cuenta de que regañar, razonar o incluso consolar a un niño ansioso, puede reforzar accidentalmente ese sistema de alarma defectuoso.
El secreto que he descubierto después de trabajar con cientos de niños es un método completamente diferente...
Un método de "recalibración" que literalmente enseña al cerebro del niño a distinguir entre amenazas reales e imaginarias, desactivando ese sistema de alarma hiperactivo.
No es complicado. Cualquier padre o madre lo puede seguir e implementar rápido en casa.
He recopilado este método completo en "La Mente Tranquila" - mi sistema paso a paso para padres que quieren ver a sus hijos liberados de la prisión de la ansiedad.
Haga clic para descubrir cómo más de 1,600 familias están ayudando a sus hijos a sonreír nuevamente y abrazar la vida sin miedo.

LEVÁNTATE Y ANDA. FACUNDO CABRAL. 14. Juana Macedo



No pierdas el tiempo con la fotografía que guarda lo muerto, ni con el espejo que es solo una repetición, que tu mente no funcione como una cámara fotográfica, sino como un radar, atento a las infinitas propuestas de la vida, entonces desbordará fuego, es decir, amor que solo puede suceder cuando te conoces, porque de lo contrario, ¿con quién estará el otro?

Pero el amor no es solo relacionarte con el otro, con los otros. Es un estado luminoso del ser, tan pleno que se basta a sí mismo, es más que enamorarse es tener conciencia que uno es el mismísimo amo, eso es realmente estar enamorado, es decir en brazos del amor, es decir en brazos de uno mismo.

La antítesis del amor es el miedo que te condena a una reiteración constante, y el odio es el amor malentendido, una manera insalubre y vergonzosa de amar, el amor te crece y el miedo te empequeñece, el amor abre todas las puertas y el miedo las cierra, el amor confía, el miedo duda. El miedo es el infierno ahora mismo, y el amor el paraíso siempre.

Es más digno que saltes al vacío, es decir que te entregues a la aventura, a que te maten lentamente creencias heredadas, es decir muertas.

Y esa entrega a la vida es el punto más alto del amor que es mi religión.

El arte es el fruto más apreciado del amor.

sábado, 25 de octubre de 2025

LEVÁNTATE Y ANDA. FACUNDO CABRAL. 13. Juana Macedo

Recuerda el buscador es lo buscado, el conocedor es lo conocido. Entonces la iluminación eres tú, solo tienes que darte cuenta, y para esto debes librarte de lo que te distrae de ti, es decir de lo que te rodea, entonces la única religión es tu propia naturaleza, como la religión del fuego es ser caliente y la del agua ser blanda, y la del zorro ser astuto. 

Detente pero para profundizar como un sabio, no para abandonarte como un vago. Detente para iluminarte, no para empobrecerte. Detente para tomar conciencia del todo, no para separarte, lo que además es imposible. Detente ahora para que tenga más calidad, tu accionar de mañana. Detente para adueñarte de ti, entonces ya no podrán manipularte los demás. Y de la observación renacerá tu espontaneidad, que refrescara todos tus actos que iluminará a los que te rodean...

LA BURRITA DE CARGA. Reflexión

La llamaban la burrita de carga. Tenía solo 5 años y ya conocía el peso del cansancio. Nadie imaginaba que aquella niña, tratada como un animal, sería un día la mujer más rica y respetada del valle. 

 En el pequeño pueblo de Santa Lucía de los Vientos, donde el polvo se levantaba con cada soplo del aire y el sol parecía no tener piedad con nadie, una niña de apenas 5 años caminaba descalsa por el sendero de tierra. Se llamaba Isabelita. Y aunque su cuerpo era frágil y pequeño, cargaba un cántaro de barro casi tan grande como ella.

 El agua se movía dentro del recipiente con un sonido que parecía susurrar su cansancio. Cada paso era una batalla entre su fuerza diminuta y el peso del mundo que llevaba sobre los hombros. Las sombras de los árboles apenas ofrecían consuelo y su respiración corta y agitada se mezclaba con el canto de los grillos y el rumor lejano del río.

 Era el año de 1769 y el campo no conocía de infancia ni de descanso. Isabelita no sabía de juegos ni de muñecas. Su vida giraba entre el pozo, la casa de adobe y los encargos del día. A veces se detenía unos segundos a mirar cómo los otros niños corrían descalzos. detrás de una pelota hecha con trapos viejos.

 Quería unirse, pero sabía que su madre la esperaba con el agua para lavar la ropa o con el maíz que debía moler. Pensaba que quizá si terminaba rápido podría correr también, pero la voz cansada de su madre la traía de vuelta a la realidad. Doña Beatriz le decía que debía darse prisa, que el sol no esperaba y el trabajo tampoco.
Isabelita asentía en silencio porque en su casa las palabras eran un lujo. Ella entendía el cansancio de su madre, aunque no pudiera nombrarlo. Cuando pasaba por la plaza, los niños mayores la señalaban con risas. Decían que parecía una burrita, que siempre estaba cargando algo.

 Y uno de ellos gritó una vez que debía tener huesos de hierro para no romperse. Isabelita no respondía, bajaba la cabeza y seguía su camino. Aprendió que el silencio dolía menos que las palabras. Una tarde, mientras llevaba leña al mercado, un grupo de niños le cerró el paso. Uno de ellos, con una sonrisa cruel, empujó su cántaro y el agua se derramó sobre sus pies. dijo que las burras no necesitaban agua, que solo servían para cargar peso.

Isabelita se agachó en silencio, intentando recuperar lo que quedaba, pero el barro había tragado el poco líquido que quedaba. Sus ojos se llenaron de lágrimas, no por el peso ni por la burla, sino porque sabía que tendría que volver al río y empezar de nuevo.

 Cuando llegó a casa esa noche, su madre la esperaba con un suspiro en lugar de un saludo. Doña Beatriz estaba agotada. Sus manos rojas del agua fría temblaban mientras intentaba remendar un vestido viejo. Dijo que no había comida suficiente y que al día siguiente debían trabajar más. Isabelita se acercó, le tomó la mano y dijo con voz suave que no se preocupara, que ella podía traer más agua, que podía ayudar en la feria que era fuerte....

viernes, 24 de octubre de 2025

EL PODER DE UN PADRE.

El poder de un padre que nunca se rindió.
En 1988, un devastador terremoto en Armenia se cobró la vida de más de 30.000 personas.
Cuando los temblores finalmente cesaron, un padre corrió hacia la escuela primaria donde estudiaba su hijo.
Al llegar, solo encontró una montaña de escombros. El edificio había desaparecido.
La desesperación lo envolvió, las lágrimas caían por su rostro…
Pero entonces recordó las palabras que siempre le decía a su hijo:
“Pase lo que pase, recuerda: siempre estaré contigo.”
Esas palabras le devolvieron la fuerza.
Localizó el lugar donde estaba el aula de su hijo y comenzó a remover los escombros con sus propias manos.
Otros padres intentaron detenerlo:
“Ya es demasiado tarde… no tiene sentido.”
Pero él no se detuvo.
Trabajó durante 36 horas seguidas, sin descanso, hasta que finalmente movió un gran bloque de cemento…
Y escuchó una voz débil decir:
“¡Papá, soy yo!”
Su hijo estaba vivo, junto con un pequeño grupo de compañeros.
Durante todo ese tiempo, el niño les repetía:
“No tengáis miedo. Mi papá vendrá. Me lo prometió.”
 Esta historia nos recuerda que el amor verdadero, especialmente el amor de un padre, no conoce límites.
No escucha la desesperanza ni la lógica.
Solo sigue adelante… hasta encontrar la vida.

LEVÁNTATE Y ANDA. FACUNDO CABRAL. 12. Juana Macedo.


No ensombrezcas a tu cabeza que enfermará tu cuerpo, con la disciplina, con el rigor y como toda obligación, solo trae cansancio y hastío, y solo relajado se entra a la verdadera vida, escúchate, la iluminación está en lo más profundo de tu ser. No destruyas a tu inteligencia con el esfuerzo y cuando te ilumines todo se iluminará a tu alrededor, entonces comprenderás que la vida es una fiesta y que lo que llamamos problemas son lecciones y que todo es por algo, porque nada está fuera del todo, es decir que cuando veas muy adentro verás muy afuera, tanto que verás adentro de las cosas que te rodean, entonces naturalmente calmarás y hasta curarás.

Tienes una sola tarea completar tu propia naturaleza y para esto tienes que estar en la sociedad como si no fueras parte de ella, la sociedad que es tan mediocre y suicida que sigue apostando a cosas que nunca funcionaron y no funcionarán.

Calla a tu ego, que para crecer busca lo imposible, por eso te condena a un constante malestar, a un eterno desagrado que ves en todas las caras que cruzan por las calles de las ciudades del mundo.

Ni comprar las mejores cosas los alegra, hasta dentro de un Mercedes Benz y de los mejore hoteles reina el malhumor. Ya nadie silva ni canta por las calles, excepto los vagabundos, aparentes perdedores...

jueves, 23 de octubre de 2025

LEVANTATE Y ANDA. FACUNDO CABRAL. 11. Juana Macedo.

Si dices lo que nunca te animaste a decir, hasta lo que no tiene sentido comenzarás a sacar la basura que la sociedad te metió en la cabeza, entonces comenzará el silencio en ella, lo que quiere decir que vivirás cada cosa y cada acto como por primera vez como el mas pequeño de los niños y para ello tienes que estar atento a lo que sucede dentro tuyo como estás atento al tránsito de automóviles antes de cruzar la calle, es decir solo tienes que dejar la inconciencia para entrar a la conciencia.

 

Ningún esfuerzo solo relajarse para llegar a la iluminación, que es una silenciosa y constante lluvia de flores y la iluminación llega sola, como el amor, pero para eso debes estar siempre atento, es decir libre de todo lo que no seas tu mismo, consciente de lo que te sucede, sin buscar, porque la búsqueda te pone tenso, atento a una sola cosa, lo que trae ansiedad que aleja a la iluminación.

Debes estar tan relajado que los demás piensen que no estás y en ese silencio te darás cuenta que tu alma siempre está iluminada. Entonces tu vida será una maravillosa canción como la mía...(Seguir leyendo presionando la foto) 

miércoles, 22 de octubre de 2025

LEVANTATE Y ANDA. FACUNDO CABRAL. 10. Juana Macedo

No escapes de la soledad porque por ello te conocerás, es más, te guste o no, después de cada experiencia volverá, y es el mejor espejo para que sepas quién eres, algo grande al que no engañarán tus pequeñeces, y la soledad no es triste, es profunda porque te lleva al centro de tu ser al que muy pocos se animan, la soledad el único estado en el que puedes sentir la totalidad de la libertad, la soledad cuya consecuencia es el verdadero amor que no es posesivo, como la meditación aparece sin esfuerzo. No escapes de tu reino que es la soledad, no dejes tu mayor tesoro, entonces no dependerás de nadie y podrás beneficiar a cualquiera.

Relájate es el primer paso para el vuelo, el paso anterior a la iluminación y comienza a relajarte desde la superficie porque ahí es donde estás, después relaja tus reacciones, tus actitudes, cada vez más lento hasta llegar a la quietud, pero tranquilo sin prisa porque tienes a la eternidad por delante, lo que no has vivido no te dejará en paz hasta que lo vivas, es más, cada día será más pesado y lo no vivido te hace temer lo que vendrá, por eso es un insoportable conflicto. 

Detente y mira, toda la existencia baila alrededor tuyo, y puede bailar porque estás relajada por eso el universo se expande constantemente, piensa que naciste para vivir, algo que nadie puede hacer por tí, entonces, cómo puedes perder este tiempo precioso abandonándote, complicándote con los demás, y si tomas conciencia de esto comenzarás a relajarte solo hasta caminarás más lento, entonces verás más y te escucharán todas las partes de tu cuerpo, al que ya no volverás a reprimir, es decir a empobrecer y enfermar...

FUI AL CASAMIENTO DE MI EX...

Fui al casamiento de mi ex... con mi hija en brazos

La invitación llegó un martes. Papel crema, letras doradas, mi nombre escrito a mano. Sospeché que había sido idea de la mamá de él, una de esas cortesías sociales que nadie realmente quiere cumplir. Pero ahí estaba. *Cordialmente invitada.*

—¿Vas a ir? —me preguntó mi hermana mientras yo le daba la mamadera a Emma.

—No lo sé —dije. Pero sí lo sabía.

Pasé tres años tratando de olvidar a ese hombre. Tres años reconstruyéndome, aprendiendo a sostenerme sola, a ser mamá sin red de contención. Y ahora él se casaba con alguien que probablemente nunca conoció mi versión rota. Alguien que solo vio la versión mejorada, la que yo había pulido con lágrimas.

Pero algo en mí necesitaba ir. No por él. Por mí.

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El día del casamiento, Emma tenía puesta su remera de conejitos. Yo, un vestido azul que me hacía sentir entera. Me peiné, me maquillé, y frente al espejo le dije a mi reflejo: *Ya no me duele. Ya no me duele.*

Repetirlo no lo hacía verdad. Pero me acercaba.

La iglesia estaba llena de gente que alguna vez fue también mi gente. Algunos me saludaron con incomodidad. Otros hicieron como que no me veían. Me senté atrás, con Emma en brazos, su cabecita apoyada en mi hombro.

Cuando él entró, mi corazón hizo ese salto idiota que pensé haber superado. Pero duró solo un segundo. Porque al mirarlo bien, con la distancia que da el tiempo, me di cuenta de que ya no era el hombre que amé. O tal vez nunca lo fue. Era solo un desconocido con traje.

Ella entró después. Era bonita. Sonreía con esa seguridad de quien no sabe lo que cuesta construir desde las cenizas. Y pensé: *Qué suerte tiene. Ojalá nunca tenga que aprender.*

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La ceremonia fue breve. Las palabras, predecibles. Amor eterno, promesas. Aplaudí con los demás. Emma bostezó. Y cuando él la besó, sentí algo extraño: alivio.

No era envidia. No era dolor. Era... libertad.

Después de la ceremonia, fui al salón solo para saludar. No me quedé a comer, no bailé, no fingí que ese era mi lugar. Pero antes de irme, él se acercó.

—Gracias por venir —me dijo, con esa voz que antes me derretía y ahora solo me sonaba vacía.

—De nada —respondí—. Te deseo lo mejor.

Lo decía en serio.

Salí con Emma en brazos, el aire fresco de la noche golpeándome la cara. Ella levantó su manita y señaló las luces del salón.

—¿Qué fue eso, mami?

Me agaché para que pudiera verme a los ojos y le sonreí.

—Eso, mi amor, fue una historia que terminó bien.

Ella me miró confundida, pero yo sabía exactamente lo que decía. A veces perder es otra forma de ganar. Él se quedó con una boda. Yo me quedé con algo mucho más valioso: conmigo misma.

Y con ella.

Caminé hacia el auto, sintiendo el peso cálido de mi hija contra mi pecho, y por primera vez en mucho tiempo, sentí que el futuro no me daba miedo.

Porque había aprendido algo fundamental: el cierre no siempre llega con grandes palabras o gestos dramáticos. A veces llega en silencio, en una noche común, cuando te das cuenta de que ya no necesitas nada de lo que perdiste.

Subí a Emma a su sillita, arranqué el auto y miré por el espejo retrovisor. El salón se hacía cada vez más pequeño.

—A veces —le dije, aunque ella ya se estaba durmiendo—, perder es otra forma de ganar.

Y conduje de regreso a casa. Nuestra casa. La que construimos juntas.

La que nadie nos quitó.

domingo, 19 de octubre de 2025

UN MILLONARIO REGRESA ANTES DE LO PREVISTO...

Un millionario regresa antes de lo previsto — Lo que vio que hacía su empleada doméstica con sus hijos lo hizo estallar en lágrimas...

La mañana comenzó como cualquier otra para Adrian Cole, un magnate legendario cuyo imperio de inversiones inmobiliarias y mansiones de lujo lo había convertido en un referente de opulencia. Pero aquel día, algo inquietante flotaba en el aire. Aunque su agenda estaba sellada con reuniones hasta altas horas, una voz tenue, casi imperceptible, comenzó a susurrarle: “Vuelve a casa”. Era una sensación fuera de lo común, incómoda para alguien que siempre había confiado más en cifras que en corazonadas. Sin embargo, ese día, ese empuje interno se volvió imposible de ignorar.

Lo que Adrian no podía prever es que esa simple decisión —la de regresar antes de la puesta de sol— desataría una revelación feroz e inolvidable. Aquello le cambiaría la vida para siempre, dejándolo frente a verdades desnudas sobre el amor, la vida, y lo que de verdad importaba debajo de las capas de éxito.

Desde afuera, Adrian era el hombre que todos envidiaban. Su mansión, erguida como un palacio en la periferia de la ciudad, se alzaba majestuosa con ventanales que capturaban el sol como si lo dominaran. Pero por dentro, su existencia estaba lejos de ese brillo de portada. Su esposa había fallecido años atrás, dejándolo solo con Ethan y Lily, sus dos hijos. Aunque les había dado todo: juguetes, viajes, habitaciones que parecían salidas de cuentos, lo único que sus hijos realmente anhelaban era lo que el dinero no podía comprar: su tiempo.

El hogar, con el pasar de los años, se había convertido más en un museo de lujo que en un refugio familiar. Rosa, la joven empleada doméstica que vivía con ellos desde hacía casi tres años, mantenía todo en orden; su presencia silenciosa llenaba los espacios con calidez. Tenía poco más de veinte años, era discreta, dulce, casi invisible para Adrian. Para él, solo era la encargada de la casa. Pero para Ethan y Lily, Rosa era una figura indispensable: alguien que los escuchaba, que cuidaba de ellos, y que les entregaba un cariño que parecía ausente desde la pérdida de su madre.

Esa tarde, la berlina negra de Adrian recorrió el largo camino de entrada sin hacer ruido. El sol aún bañaba la fachada con una luz dorada que parecía anunciar secretos a punto de revelarse. Al abrir la puerta, esperaba escuchar el habitual silencio, quizá acompañado del lejano murmullo del personal. Pero no. Esta vez, algo distinto le hizo detenerse.

Provenientes del comedor resonaban carcajadas —genuinas, vivas, intensas. Risas de esas que no se oían desde hacía mucho. Adrian avanzó con paso cauteloso, como si sus propios ecos pudieran romper el instante. Al llegar a la puerta, lo que vio le golpeó el alma con fuerza.

Rosa estaba sentada en el suelo con Ethan y Lily, rodeados de papeles de colores, figuras recortadas, restos de una merienda improvisada. Se reían, jugaban, compartían… La escena era tan simple, tan humana, que lo desarmó. De pie, inmóvil, sus ojos comenzaron a humedecerse. Sintió cómo un nudo en el pecho se deshacía. No era tristeza...

Era como si, por fin, después de tanto tiempo, su hogar hubiera respirado de nuevo.

La mañana había comenzado como todas las demás para Adrian Cole, icono millonario de los bienes raíces… pero ese día, esa extraña urgencia de volver a casa le había dado más que respuestas. Le dio una visión desgarradora y hermosa de lo que de verdad era el amor. Y de lo que siempre había tenido frente a él.

Al cruzar la puerta, quedó detenido por un sonido inesperado. Un estallido de risas genuinas provenía del comedor, un sonido que hacía años no escuchaba en ese lugar.

Siguió el eco y al entrar observó una escena que lo invadió con una ola de emociones: Rosa, con su delantal, repartiendo un pastel de chocolate que acababa de preparar junto a los niños. Ethan tenía las mejillas cubiertas de cacao, mientras Lily se reía con alegría, con sus dedos manchados de crema. La mesa, adornada con frutas y nata, se asemejaba a una improvisada celebración.

Pero no era el postre lo que hizo que Adrian sintiera temblar su corazón. La auténtica emoción provenía del amor puro que llenaba el ambiente. Rosa, más allá de ser la niñera, se había convertido en una figura maternal, entregando a sus hijos el calor oculto que él no había sabido brindar.

"Con lágrimas en los ojos, comprendió que había descuidado lo esencial, mientras Rosa, con paciencia y afecto, había llenado ese vacío."

Cuando finalmente dio el paso al interior, con el nudo en la garganta, solo pudo expresar una palabra:

Gracias.

Los niños corrieron hacia él, abrazándolo con entusiasmo, mientras Rosa bajaba la mirada, conmovida. A partir de ese instante, Adrian se prometió a sí mismo iniciar un cambio. Poco a poco, reorganizó su agenda para compartir momentos cotidianos y valiosos: cocinar, jugar, leer y cuidar el jardín. Su residencia dejó de ser un desierto helado para convertirse nuevamente en un verdadero hogar.

Adrian comenzó a priorizar la cercanía y el tiempo de calidad con sus hijos.

Redescubrió la importancia de los pequeños instantes compartidos en familia.

Reconoció el impacto y la fortaleza de Rosa como apoyo emocional.

Con el tiempo, también supo la historia detrás de Rosa. Detrás de su dulzura se escondía una mujer que había sufrido la pérdida de su propio hijo, pero que decidió seguir entregando amor. Al brindar ese afecto, no solo sanaba a los niños, sino que se ayudaba a sí misma.

Una noche de verano, al observarlos jugando en el jardín, Adrian comprendió que había recuperado algo más que risas infantiles: había encontrado nuevamente a su familia.

Recordó esa jornada especial cuando su única determinación fue volver a casa antes de lo planeado, una elección aparentemente simple que le alteró la existencia para siempre.

Conclusión: Esta historia nos revela cómo pequeños gestos pueden cambiar vidas enteras. La dedicación, el cariño y el tiempo compartido rebasan cualquier fortuna material. En el fondo, la verdadera riqueza reside en el amor y la compañía que ofrecemos a quienes más queremos.


sábado, 18 de octubre de 2025

LEVÁNTATE Y ANDA. FACUNDO CABRAL. 9 Juana Macedo.

 


El amor es luz, por eso no puede detenerse en las sombras del que no se conoce. ¿Cómo te verá el amor si no te ha visto?, cuando desborde felicidad llegará el amor, exige tierra fértil porque su deber es alimentar a la vida, no entretener a los aburridos. Exige que todos sean perfectos, fracaso seguro, porque te exiges la perfección, no la felicidad que es la que llama al amor, que es perfecto en sí mismo. La idea de la perfección ha envenenado a mucha gente desde hace muchos siglos. 

Vive aquí y ahora, no pienses en la perfección que siempre es mañana, es decir nunca, no te distraigas del jardín, del ahora mismo y mañana, es decir uno de los ahora mismo que vendrá, tendrá flores, entonces será fácilmente bello y generoso como la flor. Olvida la periferia y entra a tu templo es decir a ti mismo, entonces sabrás quién eres, entonces sabrás que quieres y para qué. 

El amor no es una relación, es una expansión porque cada uno debe hacerse cargo de sí mismo. Podemos hacer cosas por los demás, pero no hacernos cargo de los demás ni debilitarnos permitiendo que los demás se ocupen de uno. 

Tu vida está en tus manos, tú decides ser feliz o infeliz, decisión que seguramente influenciará a los demás. Si vas de tus raíces que es tu ideología a tu vuelo que es tu conciencia, siempre darás amor porque ya hiciste de ti un hombre libre y feliz, pero que podrías dar si no te diste nada y que no haya flores en tu jardín, confirma que todavía no llegaste a la primavera.

viernes, 17 de octubre de 2025

LA OSCURA HISTORIA DETRÁS DE UNA PROPINA


 

La oscura historia detrás de la propina
Hoy parece un simple gesto de cortesía.
Dejas unas monedas sobre la mesa y sientes que hiciste algo amable.
Pero la propina, tal como la conocemos, nació de una historia mucho más oscura.
Su origen se remonta al siglo XIX, cuando tras la abolición de la esclavitud en Estados Unidos, los empresarios blancos se negaban a pagar sueldos reales a los trabajadores afroamericanos.
Los recién liberados eran contratados como meseros, botones o barberos…
pero no recibían salario.
Solo podían vivir de las propinas que les dieran los clientes blancos.
“Era una forma de mantener la servidumbre sin llamarla esclavitud.”
—Douglas Harper, historiador social
Así, los dueños seguían enriquecidos,
y los trabajadores afroamericanos seguían dependiendo de la “buena voluntad” de quien los atendía.
Con el tiempo, esta práctica se normalizó.
En 1938, cuando EE. UU. estableció el salario mínimo federal, los trabajadores con propina quedaron excluidos.
Hasta hoy, muchos meseros en ese país ganan solo $2.13 dólares por hora, esperando que los clientes cubran el resto.
Mientras tanto, en lugares como Japón o Corea del Sur, el concepto nunca prosperó.
Ahí, servir bien no se paga: se honra.
Aceptar dinero extra se considera ofensivo, porque el buen servicio debe venir del corazón, no del bolsillo.
🧠Datocurioso
La palabra tip viene de una expresión británica del siglo XVIII:
“To Insure Promptness”, o sea, “para asegurar rapidez”.
Pero su versión moderna surgió en Estados Unidos,
transformándose en un sistema que —paradójicamente— institucionalizó la desigualdad.
Lo que empezó como un símbolo de servidumbre
terminó convirtiéndose en una costumbre mundial.
Y, a veces, los hábitos más normales son los que menos cuestionamos.

LEVÁNTATE Y ANDA. FACUNDO CABRAL 8. Juana Macedo


 

Es la hora de la razón, y la razón de nacer es vivir y solo se puede vivir en plenitud, haciendo lo que se ama para vivir en un constante goce, cantar hasta convertirse en el canto, bailar hasta desaparecer en la danza, hasta convertirse en la danza, encender la hoguera del amor, hasta convertirnos en el mismísimo fuego. 

El tesoro más grande que llevas dentro es el amor que te lleva graciosamente de lo humano a lo divino, pero para encontrarlo debes conocerte y para eso debes ser honesto contigo mismo y para eso debes estar despierto, atento a la pequeña voz que te llega desde lo más profundo, no a los gritos de la multitud que te rodea, libre de los que en nombre del amor, quieren encadenarte a su hastío, a sus tediosas reiteraciones. Apártate para crecerte en la meditación y te asombrará comprobar todo el amor que contienes, tanto que puedes ayornar a todo lo que te rodea porque el amor es vida, expansión, no compromiso, ni deber, ni obligación, sino celebración y toda celebración libera. Por eso es imposible que haya amor sin libertad.

Dentro tuyo está la semilla de la que pueden nacer millones de flores, Bach y Mozart son un ejemplo de lo que te digo, Michelangelo y Picasso, como Neruda y Homero. Calma tu mente, entonces tu corazón recreará la vida a tu alrededor, tan graciosa como poéticamente. En estado de plenitud, la música y la poesía son todo el tiempo; Es más, aun quieto, bailaras y volarás. 

Levántate y anda, acércate a los sabios y a los valientes que son siempre nuevos, no seas viejo siguiendo a la vieja educación que por prejuiciosa siempre creo fracasados.

miércoles, 15 de octubre de 2025

LEVÁNTATE Y ANDA. FACUNDO CABRAL. 7 Juana Macedo.

 


El universo se está recreando contigo y con todas las cosas y vamos de instante en instante, al que no pensamos, de lo contrario no podríamos vivirlo intensamente, como el orgasmo donde alcanzamos la plenitud porque la mente queda afuera, es decir, porque nos entregamos, porque nos liberamos del ilusorio control.

 No te aferres a nada, deja que lo que se vaya, se vaya para siempre y enfréntate al peligro, es decir vive intensamente y la muerte dejará de preocuparte, recuerda a Merlín “Morir es haber nacido”. Y si tu alegría contagia a los que te rodean, entonces eres un artista. 

Cada uno tiene que encontrar su objetivo para cada hombre guarda un nuevo camino Dios, no suicidarse siguiendo al rebaño y al camino lo inventan tus pasos y cuando llegues a vivir profundamente no dejarás huellas, como no deja huellas en el aire el vuelo de las aves. 

Detente en la meditación y te escucharás, entonces conocerás el sentido de tu vida, es decir, te salvarás de perder siglos donde se distrajeron de la luminosa inteligencia que se trata de saber vivir. 

La vida es simple, el miedo la complica, sin él, la plenitud llega naturalmente, es más, nacemos intuyéndola como los animales y las plantas, pero la mala educación nos va desviando de tal suerte que de pronto quedamos de espaldas a la vida, a la que terminamos creyendo un castigo o un sacrificio, inútil por cierto como todo sacrificio, hasta llamamos desobedientes a los curiosos, y cómo es posible que la curiosidad que nos crece y que nos lleva a la sabiduría sea un pecado, cómo es posible que la ignorancia sea una virtud, si estamos hechos a semejanza de Dios. Adán y Eva no fueron pecadores, sino los primeros revolucionarios, el primer dato de la dignidad humana porque a partir de su desobediencia llegamos al arte a la filosofía, de lo contrario seguiríamos pastando en el jardín del edén. Además si sucedió lo que sucedió es porque Dios lo quiso, o Dios no es el creador del universo, el autor de todas las historias que suceden en el infinito y la eternidad.

 Muchos creen que sufrimos porque estamos condenados, por eso estamos obligados a grandes sacrificios para sobrevivir, para borrar los pecados de las vidas pasadas, como si Dios fuera un juez no un Padre, como si el pasado y el más remoto fuera posible en el presente, lo malo se paga enseguida y esa deuda es invento de nuestra conciencia, no de Dios, como la mano que meto en el fuego se quema ahora, no mañana, en el mismísimo acto está la recompensa o el castigo, no se puede seguir cargando una cruz dos mil años después...

ME VOLVÍ A CASAR CON MI PRIMER AMOR

A los 61 años, me volví a casar con mi primer amor: Pero en nuestra noche de bodas, al desnudarla, me impactó y me dolió profundamente lo que vi.
Me llamo Rajiv y tengo 61 años.
Mi primera esposa falleció hace ocho años, tras una larga enfermedad. Desde entonces, he vivido solo, en silencio. Mis hijos ya están casados, cada uno ocupado con su vida. Una vez al mes vienen a visitarme, me dejan dinero y medicinas... y se van rápido.
No los culpo. Tienen sus propias responsabilidades, y lo entiendo.
Pero en las noches de tormenta, cuando la lluvia golpea el techo de hojalata y el viento se cuela por las grietas, me siento insoportablemente pequeño... y solo.
El año pasado, navegando por Facebook, me topé con Meena, mi primer amor del instituto.
La adoraba por aquel entonces. Tenía el pelo largo y suelto, unos profundos ojos negros y una sonrisa tan radiante que podía iluminar toda la clase. Pero justo cuando me preparaba para el examen de admisión a la universidad, su familia concertó su matrimonio con un hombre diez años mayor, del sur de la India.
Después de eso, perdimos el contacto.
Cuarenta años después, el destino volvió a cruzarse en nuestros caminos.
Ella también enviudó; su marido había fallecido cinco años antes. Vivía con su hijo menor, pero él trabajaba en otra ciudad y rara vez volvía a casa.
Al principio, intercambiamos saludos sencillos.
Luego vinieron las llamadas.
Luego el café por las tardes.
Y sin darme cuenta, iba en mi vieja moto a su casa cada pocos días, llevándole una cesta de fruta, algunos dulces y analgésicos.
Un día, medio en broma, le dije:
— "¿Y si... dos almas viejas como nosotras nos casáramos? ¿No aliviaría eso la soledad?"
Para mi sorpresa, sus ojos se llenaron de lágrimas.
Entré en pánico y le dije rápidamente que solo era una broma, pero ella sonrió suavemente y asintió con suavidad.
Y así, a los 61 años, me volví a casar con mi primer amor.
El día de nuestra boda, yo vestía un sherwani marrón oscuro.
Ella llevaba un sencillo sari de seda color crema.
Llevaba el pelo recogido con cuidado, adornado con un pequeño broche de perla.
Vinieron amigos y vecinos a celebrar.
Todos decían: "¡Parecen jóvenes enamorados otra vez!".
Y, sinceramente, así me sentí.
Esa noche, después de recoger los restos del banquete, ya eran más de las diez.
Le preparé un vaso de leche caliente y salí a cerrar la puerta con llave y apagar las luces del porche.
Nuestra noche de bodas, algo que nunca pensé que volvería a vivir a mi edad, por fin había llegado.
Entré en la habitación. Ella estaba sentada en la cama, esperando con una tímida sonrisa.
Me acerqué.
Con manos temblorosas, le quité suavemente la blusa...
Y entonces me quedé paralizado.
Su espalda, sus hombros, sus brazos estaban cubiertos de marcas oscuras. Viejas cicatrices, profundas y entrecruzadas como un mapa del sufrimiento.
Sentí que se me rompía el corazón.
Se cubrió rápidamente con una manta, con los ojos abiertos de miedo.
Temblé al preguntar:
— “Meena… ¿qué te pasó?”
Se dio la vuelta, con la voz quebrada:
— “En aquellos años… tenía un carácter terrible. Gritaba… me pegaba… Nunca se lo conté a nadie…”
Me senté a su lado, desconsolada, con lágrimas en los ojos.
Todos esos años, había vivido en silencio, con miedo, con vergüenza, sin decírselo a nadie.
Tomé su mano y la puse suavemente contra mi pecho.
— “Se acabó. A partir de hoy, nadie volverá a hacerte daño. Nadie tiene derecho a hacerte sufrir… excepto yo, pero solo por amarte demasiado”.
Rompió a llorar, un llanto suave y tembloroso que resonó por la habitación. La abracé con ternura. Su espalda era frágil, sus huesos ligeramente prominentes: esta pequeña mujer que había soportado tanto, durante tantos años.
Nuestra noche de bodas no fue como la de las parejas jóvenes.
Nos acostamos una junto a la otra en silencio, escuchando los grillos afuera, el viento susurrando entre los árboles.
Le acaricié el pelo. La besé en la frente.
Me rozó la mejilla y susurró:
— "Gracias. Gracias por mostrarme que todavía hay alguien en este mundo que se preocupa por mí".
Sonreí.
A los 61 años, por fin entendí:
La felicidad no está en la riqueza ni en las pasiones salvajes de la juventud.
Está en tener una mano que me sostenga, un hombro en el que apoyarme y alguien que se quede toda la noche... solo para escuchar tu corazón latir.
Mañana llegará.
¿Quién sabe cuántos días me quedan?
Pero una cosa está clara:
Por el resto de su vida, compensaré todo lo que perdió.
La cuidaré. La protegeré. Para que nunca más tenga miedo.
Porque para mí, esta noche de bodas —después de medio siglo de añoranza, oportunidades perdidas y una espera interminable—
es el regalo más grande que la vida me ha dado.
#MeGustóMucho 📚📖

martes, 14 de octubre de 2025

UN DÍA UN JOVEN FUE A UNA ENTREVISTA...

Un día, un joven fue a una entrevista para un puesto muy importante en una reconocida empresa de impresión.
Había pasado fácilmente la primera etapa y ahora tenía la entrevista final con el director.
Su currículum era impecable, y el director comenzó con las preguntas.

—¿Recibías beca mientras estudiabas? —preguntó el director.
—No —respondió el joven.
—Entonces, ¿tus padres pagaban tus estudios?
—Sí, mi papá. —contestó con sencillez.
—¿Y a qué se dedica tu padre?
—Es herrero —dijo con orgullo contenido.

El director lo miró atentamente y le pidió que le mostrara las manos.
Eran manos suaves, sin una sola marca.

—¿Alguna vez ayudaste a tu padre en su trabajo?
—No. Mis padres querían que me enfocara en estudiar y leer más. Además, mi papá siempre ha sido muy independiente —explicó el joven.

Entonces el director le dijo:
—Esta noche, cuando regreses a casa, lava las manos de tu padre. Y mañana me cuentas qué sentiste.

El joven lo tomó como una buena señal; sintió que tenía grandes posibilidades de quedarse con el puesto.
Al llegar a casa, le pidió permiso a su padre. El hombre se sorprendió, pero le extendió las manos.
Fue entonces cuando el muchacho las vio bien por primera vez: llenas de callos, cicatrices y heridas.
Cuando las lavaba, su padre apenas aguantaba el dolor.
Y ahí, el hijo entendió lo que significaba el trabajo duro, ese esfuerzo diario con el que su padre había pagado sus estudios y su futuro.

Después de lavarle las manos, el joven no pudo detenerse.
Limpió todo el taller, organizó las herramientas, y esa noche hablaron durante horas.
El hijo lo miraba distinto: con respeto, con gratitud, con amor.

Al día siguiente, el joven regresó con el director.
El hombre notó las lágrimas en sus ojos y le preguntó:
—¿Qué hiciste en casa? ¿Qué aprendiste?

—Le lavé las manos a mi padre y limpié su taller —respondió el muchacho—.
Entendí que sin su trabajo, yo no sería quien soy.
Comprendí lo que cuesta mantener una familia, y lo valiosa que es la ayuda de quienes nos aman.

El director sonrió:
—Ese es el tipo de persona que quiero en mi empresa.
Alguien que valore el esfuerzo ajeno y entienda que el dinero no lo es todo. Estás contratado.

Porque cuando a un hijo se le da todo sin esfuerzo, crece creyendo que todo se merece.
Se vuelve egoísta, pierde empatía y olvida a quienes le dieron todo.

Claro que puedes darle a tus hijos una buena casa, buena comida y los mejores celulares.
Pero cuando barras el piso o pintes una pared, invítalos a ayudarte.
No porque no tengas dinero para pagarle a alguien, sino para enseñarles a valorar el trabajo.

Para que entiendan que incluso en la abundancia, hay que saber ganarse las cosas con las propias manos.
Porque llegará el día en que también su cabello se vuelva canoso, y recordarán tu ejemplo.

Lo más importante que un hijo debe aprender no es solo a tener éxito,
sino a encontrar valor en el esfuerzo, en superar las dificultades y en trabajar con dignidad. 

sábado, 11 de octubre de 2025

LEVANTATE Y ANDA FACUNDO CABRAL. 6 Juana Macedo.

Pero hagas lo que hagas, si tu alma, tu cuerpo y tu mente están armonizadas, aparecerá un cuarto elemento, entrarás en la saludable meditación, aunque los que te rodean crean que solo estás corriendo, nadando o bailando.

Escucha tu reloj biológico, entonces comerás y dormirás en el momento exacto, no cuando lo decidan los demás, escucha la naturaleza y sabrás lo que tienes que hacer o cuándo y para qué debes detenerte, pero ante todo, escucha tu corazón porque él sabe lo que hay que hacer porque la vida es amor del que nadie sabe tanto como el corazón.

El sentido de la vida es ella misma y solo se puede vivir cuando uno está en plenitud, es decir, cuando uno es dueño de uno mismo, que es la única propiedad posible y saludable. Vive el momento, entonces todo momento será una celebración, sin objetivos ni metas, que te turban con ansiedades que te enferman porque te distraen del presente, que te hacen perder el tiempo con el futuro que nunca alcanzarás, es decir, que es una ilusión más, es decir un lento suicidio. Como el pasado son solo ecos que enferman a tu memoria, que te encadenan a lo que ya no es. Este momento es la única verdad y vivirlo te aliviana, te cura, te fortalece, es decir te alegra y la alegría te vuelve la inocencia, la divinidad de la que te distrajeron las órdenes culturales, las costumbres que aceptaste sin preguntas...

viernes, 10 de octubre de 2025

DESPUÉS DE 21 AÑOS DE MATRIMONIO


Después de 21 años de matrimonio, descubrí una nueva manera de mantener viva la chispa del amor.
Desde hace poco había comenzado a salir con otra mujer; en realidad, había sido idea de mi esposa.

—Tú sabes que la amas —me dijo un día, tomándome por sorpresa—. La vida es demasiado corta, debes dedicarle tiempo.

—Pero yo te amo a ti —protesté.
—Lo sé. Pero también la amas a ella.

La otra mujer, a quien mi esposa quería que yo visitara, era mi madre, viuda desde hacía 19 años. Las exigencias de mi trabajo y mis tres hijos hacían que sólo la visitara ocasionalmente.

Esa noche la llamé para invitarla a cenar y al cine.

—¿Qué te ocurre? ¿Estás bien? —me preguntó.
Mi mamá es del tipo de mujer para quien una llamada en la noche o una invitación sorpresa es indicio de malas noticias.

—Creí que sería agradable pasar algún tiempo contigo —le respondí—. Los dos solos.

Reflexionó un momento.
—Me agradaría muchísimo —dijo.

Ese viernes, mientras conducía a casa para recogerla después del trabajo, me encontraba algo nervioso. Era el nerviosismo que antecede a una cita.

Cuando llegué a su casa, me sorprendió verla esperándome en la puerta con un vestido que había usado la última vez que celebró su aniversario de bodas. Me sonrió con una mezcla de timidez y alegría. Durante la cena, conversamos como nunca: hablamos de mi infancia, de mis sueños, de los suyos; recordamos a mi padre y reímos por cosas pequeñas. En el cine, mi madre me tomó del brazo como cuando yo era niño, y sentí que el tiempo se detenía.

Al llegar a su casa, me dijo con ojos brillantes:
—Gracias, hijo, por regalarme esta noche. Nadie había hecho algo así por mí en mucho tiempo.

Pasaron los días. Poco después, mi madre falleció de un infarto de forma repentina. Hoy, al recordar esa última cita, entiendo que aquel fue uno de los gestos más importantes de mi vida. Me quedo con la paz de haberla hecho sentir amada y valorada.

Moraleja: nunca dejes para después los momentos con las personas que amas. El trabajo, las obligaciones y las excusas se pueden posponer; el tiempo con tus seres queridos no. ¡Aprovecha cada instante!

LEVÁNTATE Y ANDA. FACUNDO CABRAL. 5 Juana Macedo

No olvides que tienes corazón, cerebro, alma, espíritu y un planeta lleno de maravillas alrededor tuyo, desde la flora a la fauna, y no permitas que lo artificial te distraiga de lo esencial, aprende de todas las escuelas pero no te quedes en ninguna porque la meta es llegar a ti mismo, presta atención a todo sin involucrarte, porque nada puede ser trivial, porque todo es parte del grandioso universo.

 

Junta tus pedazos y ponte de pie y para esto tienes que apartarte de todo lo que divida, de lo que te empobrece, recuerda que al poder y sus responsabilidades, que al prestigio y sus deberes lo pulverizará la muerte en un instante, la muerte que no nos deja olvidar que estamos de paso, que la vida es solo una noche que pasamos en una posada que está a la vera del camino, por eso no renuncies a nada que esté vivo, para celebrarlo todo, desde los ríos a las bibliotecas, desde los desiertos que son monasterios naturales a los museos.

 

Y si la palabra Dios no termina de convencerte, llama existencia al dedo que aprieta el botón para que el universo entre en funcionamiento y cuando escuches la palabra religioso, recuerda que religioso es el hombre que afirma la vida y el hombre que está vivo es alegre, tiene sentido del humor, porque sabe que la vida es un maravilloso juego donde no hay huérfanos porque todos tenemos un padre el Universo y una madre la Tierra. Por eso no hay más alta religión que la que nos hace sentir la música de la existencia, nunca tan clara como en el arte que te da la chance de transformar lo más bajo en lo más elevado, de sacar flores del fango, de transformar a la carne en espíritu. Por eso el arte es sublime, pero no olvides que no naciste para otro, que no tienes que hacerte cargo de nadie y nadie puede decirte como debes ser, porque solo puedes ser responsable de ti y solo cuando te amas puedes tener amor para los demás, pero nadie puede exigirte amor, ni puedes exigírselo a nadie porque nadie puede ser esclavo de nadie, ni debe. Aunque esté con muchos, cada grano de arroz debe mantener su individualidad.

 

Háblale a cualquier parte de tu cuerpo y te escuchará, como te escuchan las plantas y los animales sienten tu amistad, piensa con benevolencia en tu parte tensa y se aflojará y esto puedes hacerlo hasta con tu mente, pero solo después de haberlo hecho con todo tu cuerpo porque todo debe seguir un orden.

 

También el ego es una ilusión que puedes hacer desaparecer principalmente cuando duermes sin soñar, lo que se consigue cuando no dejaste nada por hacer en la vigilia, es decir, cuando fuiste honesto y respetuoso contigo mismo. Por ejemplo cuando hiciste el amor como se debe, como una alegre ceremonia, porque hacer el amor es subir a un estadio sagrado, por eso tu cuarto se transforma en un templo donde todo es liviano y no existe el tiempo. Donde un fuego sublime nos purifica, como nos purifica el silencio en la meditación, la posición del otro es la más propicia para entrar en la meditación y la preferida de los monjes budistas para esperar a la muerte, a la que si entramos despiertos renaceremos conscientes, es más hasta podemos elegir el cuerpo donde reencarnar...(Seguir leyendo presionando la foto)

jueves, 9 de octubre de 2025

LEVANTATE Y ANDA. FACUNDO CABRAL. 4 Juana Macedo

Mantén la distancia y nada te afectará, nadie te desviará de tu camino, ni los golpes, ni los aplausos. Tú debes ser la medida de lo que haces, agua donde muere el fuego que te tiran y tu tranquilidad transformará en flores las espinas que ponen en tu camino y esto sucederá expontánea, naturalmente. Contempla primero, pero para actuar después, esto es cerrar el círculo que es cada instante y hay que cerrarlo para poder pasar al próximo, siempre estamos saliendo de un útero para entrar a otro mayor, pero tómalo con tranquilidad, porque transitamos la eternidad y el infinito y en la eternidad siempre estamos recomenzando, y en un infinito podemos tomar cualquier dirección. 

Ahora mismo puedes cambiar hasta tu nombre, es más, ya que no te sientes bien, cámbialo todo y empieza de nuevo ahora mismo, sin perder ni un solo segundo con el pasado, ni un solo instante planeando al futuro y menos haciéndote cargo de nadie, no olvides que solo eres responsable de ti mismo. Por eso todo lo que hagas fuera de ti, es una fuga.

Desnúdate como Francisco, entonces comprobarás que solo necesitas lo que te fue dado al nacer, la vida sabe lo que hace, sabe lo que necesitaremos para vivirla, entonces lo mejor es dejarse llevar por ella que nos habla a través de todo, que es amor, por eso alcanzamos la felicidad cuando escuchamos al corazón antes de que intervenga la cabeza y no le tengas miedo a la riqueza porque eres naturalmente rico...

miércoles, 8 de octubre de 2025

“EL DÍA DE LA HERENCIA, LES DIJE: ‘AHORA VAIS A PAGAR POR CADA LÁGRIMA DE MI MADRE’”

Mi familia paterna me humilló toda la vida por ser el "hijo bastardo". El día que murió mi padre, creyeron que se repartirían su fortuna mientras yo miraba desde la puerta. Pero él me dejó un último regalo: no era dinero, era la verdad. Y esa verdad iba a quemar su mundo hasta los cimientos.  ¿Hay deudas que solo se pagan con la ruina? 

HISTORIA COMPLETA
La mansión de mi padre olía a flores caras y a hipocresía. Mis tíos y primos se movían por el salón con caras compungidas, pero sus ojos brillaban con la codicia de los buitres. Yo estaba de pie junto a la ventana, apartado, como siempre lo había estado. Para ellos, yo no era Daniel, el hijo. Era "el error", "el de la otra", el bastardo que mi padre había reconocido por un ataque de conciencia, pero al que nunca habían dejado entrar de verdad en la familia.
Mi madre fue el amor de juventud de mi padre, una camarera de pueblo. Su familia, los ilustres Valenzuela, lo obligaron a casarse con una mujer de su clase. Pero él nunca dejó de ver a mi madre en secreto. Cuando yo nací, le dio su apellido, pero nos mantuvo en la sombra, en una casa modesta al otro lado de la ciudad, visitándonos los miércoles y algunos domingos.
Crecí viendo a mi madre llorar en silencio después de cada visita. Vi cómo envejecía esperando un lugar que nunca le dieron. Vi cómo mi padre, a pesar de querernos, era un cobarde, un hombre atrapado entre el amor y el terror a su propia familia.
Cuando mi padre enfermó, sus "hermanos del alma" me prohibieron la entrada al hospital. "No es tu lugar", me espetó mi tío Ricardo, el mayor, el patriarca en funciones. "Tu presencia solo le causa estrés. Respeta su paz".
Así que no pude despedirme. Me enteré de su muerte por una llamada fría de su abogado.
Y ahora estaba aquí, en el día de la lectura del testamento, solo porque la ley me obligaba a estar presente. Mis tíos me lanzaban miradas de desprecio. Mis primos susurraban a mis espaldas. Esperaban que me dieran una pequeña cantidad de dinero para callarme la boca y que me largara para siempre.
El abogado, un hombre mayor de rostro impasible, finalmente se sentó. "Vamos a proceder", dijo, y la sala quedó en un silencio tenso.
Comenzó a leer. Las propiedades menores, las acciones, las obras de arte… todo iba para mis tíos y mis primos. Con cada nombre que leía, sus sonrisas se hacían más anchas. Ricardo me miró con suficiencia, como diciendo: "¿Ves? La sangre siempre llama a la sangre".
Yo no sentía nada. No esperaba nada de ellos.
Finalmente, el abogado llegó a la cláusula principal: el control de "Valenzuela Corp.", el imperio naviero que mi abuelo había fundado, la joya de la corona, valorada en cientos de millones.
"Y en lo que respecta a la totalidad del paquete accionarial mayoritario y la presidencia ejecutiva de Valenzuela Corp.", leyó el abogado, haciendo una pausa dramática, "...se legan en su totalidad a... mi único hijo varón, Daniel".
La habitación explotó.
"¡IMPOSIBLE!", gritó mi tío Ricardo, poniéndose de pie de un salto. "¡Eso es un fraude! ¡Ese mocoso no puede dirigir nada! ¡Voy a impugnar esto!".
"No puede", dijo el abogado con una calma glacial. "Hay una segunda parte. Y una condición".
Abrió un sobre sellado que estaba junto al testamento. "Su hermano dejó esta carta, para ser leída únicamente si ustedes se oponían a su voluntad".
El abogado comenzó a leer la carta, y la voz de mi padre llenó la sala. Era una voz llena de un arrepentimiento tardío y una furia helada.
“A mis queridos hermanos”, comenzaba con un sarcasmo venenoso.
“Si estáis escuchando esto, es porque vuestra codicia ha superado una vez más a vuestra decencia. Durante cuarenta años, me habéis manipulado, me habéis chantajeado con el buen nombre de la familia y me habéis obligado a vivir una mentira. Me obligasteis a abandonar a la única mujer que he amado y a mantener a mi hijo en la sombra. Lo hice por cobardía, y es una vergüenza que me llevaré a la tumba”.
Mi tío Ricardo estaba pálido, lívido.
“Pero mi cobardía se acabó. Creísteis que mi fortuna os pertenecía por derecho de sangre. Os equivocáis. Mi fortuna es mía, y se la dejo a la única persona que nunca me pidió nada y que sufrió en silencio por vuestra culpa: mi hijo Daniel. Él es más Valenzuela que todos vosotros juntos”.
La carta continuaba, y cada palabra era un golpe.
“Y ahora, la condición. Daniel solo podrá acceder a la herencia si primero hace pública esta segunda carpeta que te entrego, abogado. Dentro está la verdad sobre cómo se fundó realmente Valenzuela Corp.”.
El abogado sacó una carpeta de cuero de su maletín y la puso sobre la mesa.
“Dentro están las pruebas”, continuó leyendo la voz de mi padre, “de que nuestro padre, el honorable Don Alberto Valenzuela, no construyó su imperio con trabajo duro, sino con contrabando, extorsión y la traición a sus socios originales, a quienes denunció anónimamente al régimen para quedarse con sus barcos. Dentro están los documentos que demuestran que nuestra fortuna familiar está construida sobre la ruina y la sangre de otras familias”.
Un jadeo colectivo recorrió la sala. Mis tíos se miraron, aterrorizados.
“Daniel”, concluía la carta, “la elección es tuya. Puedes hundir el apellido Valenzuela para siempre, destapar la mentira y quedarte con todo. O puedes ser un cobarde como yo, pactar con estos buitres, darles una parte y mantener el secreto. Pero si eliges lo segundo, la herencia se donará íntegramente a la caridad. No hay término medio. O la verdad y la fortuna, o el silencio y la nada”.
La carta terminó. Todos los ojos se giraron hacia mí. El chico invisible. El bastardo. Ahora, yo tenía el poder de destruir o salvar el apellido que tanto se habían esforzado en negarme.
Mi tío Ricardo se acercó a mí, suplicante. Su arrogancia se había desvanecido, reemplazada por un pánico puro. "Daniel... sobrino... podemos hablar. Podemos llegar a un acuerdo. No tienes que hacer esto. Piensa en el legado, en el nombre...".
Le miré fijamente a los ojos. Y vi el rostro de cada persona que había hecho llorar a mi madre. Vi cada humillación, cada puerta cerrada, cada susurro a mis espaldas.
Tomé la carpeta de cuero.
"No, tío. No hay nada que hablar", le dije, y mi voz sonó más fuerte y segura que nunca. "Tú dijiste que esto no era mi lugar. Tienes razón. Mi lugar no es aquí, con vosotros".
Me giré hacia el abogado. "Haga públicos esos documentos. Quiero que todo el mundo sepa quiénes son en realidad los Valenzuela". Luego, me volví hacia mi familia, que me miraba con un horror absoluto.
"Vosotros os quedáis con vuestro apellido manchado. Yo me quedo con la empresa. Y ahora, vais a pagar. Vais a pagar por cada lágrima que mi madre derramó en silencio. La herencia acaba de empezar".
Y con esas palabras, salí de la mansión, dejando atrás un salón lleno de ruinas humanas. No me sentía feliz. Me sentía... justo. Por primera vez, el nombre Valenzuela significaba algo para mí: significaba venganza.

¿Hizo lo correcto o se convirtió en uno de ellos? (Eligir: HIZO LO CORRECTO / SE CONVIRTIÓ EN ELLOS)

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