Pero hagas lo que hagas, si tu alma, tu cuerpo y tu mente están armonizadas, aparecerá un cuarto elemento, entrarás en la saludable meditación, aunque los que te rodean crean que solo estás corriendo, nadando o bailando.
Escucha tu reloj biológico, entonces comerás y dormirás en el momento exacto, no cuando lo decidan los demás, escucha la naturaleza y sabrás lo que tienes que hacer o cuándo y para qué debes detenerte, pero ante todo, escucha tu corazón porque él sabe lo que hay que hacer porque la vida es amor del que nadie sabe tanto como el corazón.
El sentido de la vida es ella misma y solo se puede vivir cuando uno está en plenitud, es decir, cuando uno es dueño de uno mismo, que es la única propiedad posible y saludable. Vive el momento, entonces todo momento será una celebración, sin objetivos ni metas, que te turban con ansiedades que te enferman porque te distraen del presente, que te hacen perder el tiempo con el futuro que nunca alcanzarás, es decir, que es una ilusión más, es decir un lento suicidio. Como el pasado son solo ecos que enferman a tu memoria, que te encadenan a lo que ya no es. Este momento es la única verdad y vivirlo te aliviana, te cura, te fortalece, es decir te alegra y la alegría te vuelve la inocencia, la divinidad de la que te distrajeron las órdenes culturales, las costumbres que aceptaste sin preguntas...
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