La indiscutible verdad de la belleza se manifiesta en las flores que nos rodean y los guacamayos que siempre me llevan a García Marquez, que le puso alas al fuego de Faulkner.
Subir y bajar de los aviones, entrar y salir de los hoteles, ésto es lo que hice toda mi vida, por ejemplo desayunar en Costa Rica y almorzar en la ciudad de Panamá, donde la soledad exotiza al hotel donde las aves libres y las enjauladas chillan y cantan bajo la lluvia. El tres de setiembre. Después de nadar en la solitaria piscina rodeada de flores y palmeras, escribo el primer volumen de mis papeles.
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