LA MAGIA DE FACUNDO CABRAL (Pla Ventura 12.)
LAS CONFESIONES DE FACUNDO CABRAL,
el 30 de abril de 2006, en Ibi, Alicante.
—Uno de sus grandes proyectos de cara al futuro, señor Cabral, no es otra cosa que, transcribir las conversaciones que usted mantuvo con Jorge Luís Borges, sin lugar a dudas, cuando eso llegue a nosotros, será un regalo inolvidable. ¿Cómo lleva ese maravilloso proyecto?
Estoy avanzando mucho al respecto. Será algo muy bello dada la enorme calidad literaria y humana de ese compatriota inolvidable que se llamaba Borges. Yo, claro está, ya lo gocé cuando conversé con el; ahora, por tanto, quiero que lo disfrute el mundo. Por problemas de salud, el pasado año, estuve un tanto parado al respecto, pero ahora lo tengo como muy avanzado.
—¿Nos quiere dar, por favor, una primicia de todo cuanto habló usted con el maestro Borges?
Si. De Borges me impactaron muchas cosas; su calidad humana, su noble forma de ser, su sencillez; pero lo que más caló en mi fue cuando me dijo: “Cabral, he cometido el peor de los pecados; no fui feliz”
—Hemos empezado hablando de España, maestro y, así quiero terminar. ¿Podemos decir que, para nosotros, los españoles, será éste un año de gracia al haber gozado de su presencia en España?
La gracia, ante todo, será para mí; será la mía puesto que, como sabes, estoy feliz por haber pisado esta tierra en la que vives y a la que yo tanto amo. Confío en que mi salud me acompañe como en este instante y que, a su vez, España y Cabral, el año que viene puedan fundirse de nuevo en este abrazo que extrapolo para todos los españoles y, para ti, como testigo de este encuentro memorable con los españoles.
Recuerda que, este año, sólo había actuado en Venezuela y, al parecer, por lo que me cuenta Pablo, nuestra venida a España ha sido tan gratificante que, para el tramo final del año, los últimos cuatro meses, nos han reclamado de distintos países, entre ellos, México que haremos una gira sensacional. Digamos que, haber pisado tierra española una vez más, ello ha sido como una fuerza magnética que me impulsa hacia todos los países desde donde ahora me reclaman.
—Convengamos que, mantuvimos esta bella plática antes del concierto del maestro y, al final, le pedimos como broche para esta conversación, sus impresiones en torno a Ibi y a sus gentes. ¿Cómo se ha sentido entre nosotros, maestro?
Maravillosamente Cabral, esa sería la definición más bella por todo lo que he sentido junto a vosotros. He gozado como nunca encima del escenario y, al final, he podido palpar la felicidad que nos embargó a todos; a mi el primero. Las reacciones de las gentes fueron bellísimas y, por ello, me llevo un recuerdo imborrable de Ibi. Me ha parecido un pueblo muy lindo; trabajador por encima de todo y, como sabes, cuando el hombre canta, Dios lo respeta, pero cuando el hombre trabaja, Dios lo ama y, por todo lo que he visto, el trabajo, para Ibi, debe ser la gran bendición de todos ustedes, la infraestructura empresarial en que he visto en ese polígono industrial inmenso, así me lo ha delatado.
—Gracias, maestro Facundo Cabral. Que Dios le siga bendiciendo.
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