lunes, 18 de marzo de 2024

LO CORTEZ NO QUITA LO CABRAL. 34ava parte (Facundo Cabral. Alberto Cortez


Muchas personas me preguntan si el protagonista de la canción "Callejero" existió realmente o si su historia es fruto de mi imaginación. Todos los que hayan tenido su domicilio en la calle Hurtado de Mendoza, entre Fleming y Juan Ramón Jiménez a finales de los años sesenta y principio de los setenta, pueden dar fe notarial de su notable presencia. Era un perro grande, con sospechosas reminiscencias cromosomáticas de algún antepasado mastín de descarriado. Blanco, pelicorto, con manchas negras en el lomo y en una oreja. Poseía una enorme personalidad y una independencia envidiada por todos los habitantes humanos del barrio. Amigo de todos salvo de los serenos que en aquella época cuidaban de portales y casas en las calles de Madrid. Seguramente sobre su lomo guardaría el triste recuerdo de un porrazo con nocturnidad y alevosía. En cuanto veía un sereno se lo quería comer crudo. Tampoco le gustaban los curas con sotanas, abundantes en las calles madrileñas en aquellos tiempos. Hoy deben habían tantos como entonces, pero se notan menos. Sobre este particular, prefiero no aventurar opinión ni perderme en elucubraciones, mi parcialidad sería manifiesta y no quisiera influir con mi parecer a quien esto lea. Que cada quien saque su propia conclusión. Tengo un sinfin de anécdotas sobre nuestra amistad, más no debo abusar del paciente estoicismo del lector. Me resta decir que ciertas personas le llamaban palomo, a nosotros, a los que vivíamos en el numero 9 nos respondía a nombre de Moro. Los que fuimos sus amigos estamos seguros que su nombre natural tendría que haber sido "Libertad". A.C. +

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