jueves, 21 de marzo de 2024

LO CORTEZ NO QUITA LO CABRAL. 35 ava. parte Facundo Cabral, Alberto Cortez


El viejo Pablo, fue guardián nocturno de obra durante la construcción del edificio adonde fuimos a vivir "ella" y yo. El recogió el cachorro y lo crió. Era un hombre tímido y denotaba bonomía en los cuatro costados. Cuando el edificio estuvo terminado e ingresamos los inquilinos para habitarlo. Pablo cambió su grado de guardián nocturno, a portero de noche. Sospecho que mudar de "status" no debe haber influido demasiado en su raquítico salario. Se hacia cargo de la portería a las once de la noche, cuando Antonio, el portero diurno finalizaba su jornada. Infalíblemente el "callejero" esperaba a esa hora la llegada de su amigo. Lo saludaba sin demasiadas efusiones y se largaba, o bien a cuarto piso en donde nosotros vivíamos o bien a callejear a sus anchas. A las siete en punto del día siguiente si dormía en nuestra casa, había que abrirle la puerta, porque tenía que acompañar a Pablo hasta la boca del Metro y nada ni nadie podía impedirlo sin correr el peligroso riesgo de conocer sus enfados. Una vez cumplida su obligación, regresaba a sus asuntos, o sea arañar con su pata nuestra puerta o a jugar con los niños en el baldío de enfrente. Por el tiempo transcurrido y por la avanzada edad que tenía Pablo por aquellos días, imagino que ya se debe haber ido. Su recuerdo permanece vivo en nosotros, al igual que el de "Moro" o "palomo" o sencillamente "callejero" el ser viviente más libre que he conocido jamás.
A.C. 

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