miércoles, 27 de marzo de 2024

LOS PAPELES DE FACUNDO CABRAL. 2. Transcripción Juana Macedo. FACUNDO CABRAL.

 

Escribiendo llegué al hombre que soy, sin divisiones en la cabeza, es decir totalmente vivo (Así quiero que me entre la muerte, es decir la próxima mudanza), porque no se puede ver la totalidad por el ojo de la cerradura. 

Escribir me ayudó a conocerme, es decir alcanzar mi punto central, que es ponerse en contacto con la totalidad. 

Las palabras iban y venían con tanta gracia que me enseñaron a desprenderme de cualquier cosa y a irme sin dolor de cualquier parte. Por las palabras conocí mi verdadera voz, única como todas las cosas del universo. 

El goce de escribir fue tan grande que no se me ocurrió pensar si era bueno o malo, solo corrí detrás de la belleza sin pensar en otra cosa entonces mi vida se convirtió en arte, en una hermosa y desaforada experiencia religiosa, por eso me sentí y me siento, un iniciado que sabe que el sacrificio es una ley de la vida, no la crucifixión (Jesús la sufrió para que nosotros no tuviéramos que sufrirla).

El arte me enseñó a vivir directa e indirectamente, como los orientales que aman a las sugerencias como los occidentales a lo obvio (el golf, los automóviles, las hamburguesas). El arte me enseñó a aceptar todas las maneras de la vida, todas sus manifestaciones, lo que me gusta y lo que no me gusta, lo dulce y lo amargo, lo fácil y lo duro sin miedo, que es lo que pudre a la mayoría antes de madurar. Ahora se que todo los que sucede es parte de la fantástica danza de la vida, sea la fiesta o el hambre. Ya no separo a la guerra de la paz ni al bien del mal, ahora se que el único sentido es el cambio permanente ir naturalmente del dolor a la alegría, de la victoria a la soledad, ahora se que una sugerencia pesa tanto como un pan, como este pan negro que como en la maravillosa mañana de San Salvador, rodeado de flores y cerca de la guerra civil.

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