LOS NIÑOS NO RECONOCEN EL RENCOR
Se encontraron en la plaza por primera vez, y ya, como viejos conocidos, se pusieron a jugar, y de pronto, por un cofre, se pegaron sin piedad. Terminada la reyerta, cada cual se fue al hogar, incubando la venganza más terrible y ejemplar. Y al hallarse al otro día... !se pusieron a jugar!
EL VALOR DE LA INOCENCIA INFANTIL.
Los niños no saben odiar. Cuanto debemos aprender de los niños, porque los adultos demostramos ser más salvajes o groseros que los hombres primitivos.
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