Autor: José Luís Pla Cortés
10/12/2014
LA OTRA NAVIDAD
Ya están aquí nuestras tradicionales fiestas de Navidad.
Luces de colores, tiendas llenas, el centro con gente, ir y venir con bolsas, esas ganas que tenemos de ponernos la ropa de invierno, curiosidad de ver que obra de arte tenemos en la “Bandeja“ de manos de Piñero y de su buen equipo de trabajo, aquella en la que formamos colas para hacernos una foto como niños, aunque en algunos, como dice el tango: Las nieves del tiempo blanquearon mi sien.
Cucurucho de castañas esperando para ver a nuestro amigo Tirisiti junto a toda la cuadrilla que la comparten con él en el escenario.
Son fechas que nos juntamos con la familia, comilonas, torrons, mantecats, misteleta, “cava i tot, xe que bo”. Por unos días nos olvidamos de la dieta, el azúcar y lo que sea. Momentos para ser felices, porque es Navidad, la época más bonita del año; pero que también puede ser de desgracia y solitaria. Las personas que no tienen casa, comida, dinero, amigos y puede que ni familia. Ante cualquier situación de estas, las necesidades parecen mayores.
Aunque en estas fechas nuestro corazón sea más solidario de lo habitual y demos una moneda al hombre del violín, o depositemos algún alimento a la salida del supermercado, incluso que participemos en la compra de un calendario de una ONG, las Navidades de mucha gente son tristes y vacías.
Según dicen en varias noticias de estas de encuestas y tantos por cientos, en la cena o comida de empresas es uno de los días del año que más despidos hay. Parece ser que a más de uno con la alegría adquirida por ingestión de zumo de uva, se le suelta la lengua y dice cosas que no debiera y a la persona equivocada.
Discusiones familiares, divorcios y peleas de aquellos que no soportan el paripé de juntarse con la familia. Cada vez se oye más aquello de, no me gustan las navidades; los que han perdido a un ser querido, tienen a alguien querido lejos, o simplemente porque están en contra de todo lo establecido.
Para que la Navidad sea realmente, felicidad, ante cualquier circunstancia de nuestra vida que estemos pasando sólo puede ser de una manera, y es celebrando de verdad el cumpleaños de aquel que fue enviado por Dios. A su propio hijo Jesús, el mismo que unos años después murió en la cruz como pagador de todos nuestros pecados.
En Navidad se hace realidad el versículo de San Juán 3: 16.Tanto amó Dios al mundo que envió a su único hijo Jesucristo, para que todo aquel que en él creyere no se pierda y tenga vida eterna. Esta es la verdad de la fiesta de la Navidad.
Nada menos que el nacimiento de nuestro Salvador, por lo que la celebración, debe ser algo más que las algaradas hogareñas o en las calles, sino en la profunda gratitud del corazón.Y desde lo más profundo del mío, os deseo a todos, unas auténticas:
¡Felices Pascuas¡ ¡Feliz Navidad¡
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