El problema no es para el que se muere, pues ya todo acabó. Los problemas, si los hay, son para los que siguen vivos; porque la radicalidad implacable de la muerte, todo lo altera, ya sea favorable o no. Son los que quedamos vivos, los que hemos de deshacer los entuertos, las cosas mal arregladas, cubrir las deudas del muerto o gestionar los beneficios que nos lega. Y todo eso, es una perturbación por la que hemos de pasar; añadiendo además si el que muere deja a solas a la persona con quien convivía, que puede que sea negativa o favorable la ausencia.
El problema no es para el que se muere, pues ya todo acabó. Los problemas, si los hay, son para los que siguen vivos; porque la radicalidad implacable de la muerte, todo lo altera, ya sea favorable o no.
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