Todo en la vida se reduce en defender o atacar. Cada cosa que nos llega, ya sea una idea, una persona, una situación, lo primero que hacemos es evaluar si nos conviene o no. Si nos conviene la defendemos, si no nos conviene la atacamos. Pero en la defensa y el ataque no está la inteligencia. Porque ambas actitudes llevan en sí la huida, que es la respuesta del condicionamiento, del ‘yo’, que siempre tiene miedo: ya sea a lo nuevo, a lo viejo, a lo desconocido, al pasado.
Todo en la vida se reduce en defender o atacar. Cada cosa que nos llega, ya sea una idea, una persona, una situación, lo primero que hacemos es evaluar si nos conviene o no. Si nos conviene la defendemos, si no nos conviene la atacamos.
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